Tras 30 años de visas denegadas, en este año 2010, por fin, Silvio Rodríguez consigue cantar en EEUU. Afortunados mi chico y yo, uno de los pocos (nunca son suficientes) conciertos de su visita es Orlando, a una distancia suficientemente razonable para agarrar el coche un miércoles y disfrutar una vez mas de su música y de su simple presencia.
El teatro donde se presentaba no es muy grande, para unas 2500 personas, de las que estaban vendidas probablemente poco mas de la mitad de las localidades. Antes del inicio del concierto los asistentes estábamos sentados en nuestras butacas y la distribución era de unas 5-6 filas justo frente al escenario bastante llenas, unas 4-5 llenas al final del patio de butacas llenas y el gallinero….hasta el palo de la bandera. Unos 15 minutos antes del comienzo del concierto mi chico y yo, viendo que ya no entraba casi gente, decidimos que era una pena que esas butacas tan cerca del escenario y tan vacías se perdieran…..y que Silvio se perdiera tener a su público a sus pies, así que nos movimos hasta la octava fila. Como nosotros hicieron otros y finalmente 5 minutos antes del concierto la organización misma, clamorosamente aplaudida por todos los presentes, llamó a la gente a bajar del gallinero y adelantarse a ocupar las butacas que estuvieran libres………un bonito gesto para empezar la velada.
Una vez acomodados todos, felices, empezó el concierto con La gota de rocío. No puedo recordar en estos momentos todas las canciones que tocó……..algunas nuevas, algunas viejas, todas ellas llenas de emoción, de significado y de recuerdos. El ambiente estaba fantástico, la gente gritaba peticiones, Silvio contaba anécdotas, cantaba, el público emocionado se levantaba a aplaudirle, Silvio sonreía. Yo también sonreía, a veces, otras veces lloraba, de alegría, de pena, de rabia, de emoción y sobre todo de añoranza. Sus canciones no son solo eso, son tesoros que tienen escondidos para aquellos que “le” compartimos muchos sentimientos y muchas memorias.
Le acompañaban 5 músicos, un bajo, un guitarra, un tres, una flauta travesera (a veces clarinete) y un batería. He de decir que todos ellos estuvieron más que a la altura de la situación, siendo en si mismos un bonito espectáculo. Particularmente bellas para mi las filigranas de la flauta travesera que armonizaban a la perfección con los temas de Silvio.
Y con La Maza acabó el concierto….y empezaron los bises. Tras no más de dos minutos de aplausos Silvio y sus músicos nos regalaron otras 3 canciones y se despidieron. Pero no era suficiente, aún no había cantado Ojala y eso no se lo podíamos consentir, ¿verdad?. Salió solo y nos la regaló. Más aplausos, más gritos el Unicornio y otras dos canciones acompañados de sus músicos. Nadie se movía de las butacas, así que tuvo que volver a salir, “os voy a cantar una balada para que os vayáis todos a casa llorando” dijo, la cantó y se fue y muchos también se fueron. Pero allí quedábamos unas 300 personas que nos resistíamos a que la noche terminara, el asomaba media cabeza solo para comprobar que seguíamos ahí, y tras 10 minutos de estoica resistencia, el público con callos en las manos y con Silvio en la boca…..salió por quinta vez y nos cantó otras dos más. Se marchó del escenario sonriendo y feliz y ahora si, todos satisfechos nos fuimos con una bonita sensación de plenitud tras tres horas de concierto.