jueves, 23 de junio de 2011

El primer mes y la lactancia

La pequeña de la casa ya tiene mas de un mes, que cumplió para regocijo de todos, el día del padre. Mirando hacia atrás se ha pasado volando, pero por otro lado cada uno de esos días parecían tener bastante más de 24 horas.

Desde antes de que naciera habíamos decidido que la lactancia materna era la decisión correcta, con todas las ventajas físicas y sicológicas para la niña y para mi, así que así lo comunicamos en el hospital. Y cumpliendo nuestros deseos al poquito de nacer ya estaba la niña intentando alimentarse :-)

Por supuesto, yo no tenía ni idea de como tenía que hacerlo, pero gracias a las enfermeras del hospital y a la consultora de lactancia, que me estrujaban y manoseaban el pecho como si fuera un trozo de carne :-) nos fuimos apañando. Mamaba bien, no me dolía nada, y aunque se tiraba sus buenos ratos en cada pecho, todo marchaba bien.
El estrés comenzó cuando nos dieron el alta y llegamos a casa, sin el apoyo de las enfermeras, solo madre e hija (que conste que el papá le habría dado de mamar si pudiera), pecho inexperto contra hija hambrienta. Los dos primeros problemas, la leche tardó en bajar unos 4 días, con lo que la niña se empezaba a desesperar (y no digamos la madre) y cuando por fin bajó ...... no había cacas!! Eso por supuesto nos llevó de cabeza al pediatra, que con inmensa sabiduría y un dedo lubricado “desatascó” literalmente al a niña que desde entonces hace un gasto de 8-10 pañales diarios.

En paralelo otro problema mas, el dolor!! Solo una persona me había dicho lo doloroso que podía llegar a ser dar el pecho, e ingenua de mi, yo pensé que a mi no me iba a pasar. Pero si, me pasó. Nuestra niña es lo que llaman modelo “barracuda” que se engancha y no para hasta que se ha saciado. La cosa es que cuando estaba en modo aprendizaje se enganchaba donde fuera, medio mal y de cualquier manera y yo que también estaba dando los primeros pasos en esto de la lactancia, no sabía corregirla, así que el resultado fue dolor, grietas y lo mas traumático ...... sensación de culpa al pensar que en realidad no quería darle el pecho, del dolor, cada vez que le tocaba comer. También se quedaba dormida mientras comía y había que estimularla e intentar despertarla constantemente, lo cual era muy frustrante y agotador. En fin, nada que ver con la bucólica imagen de la lactancia materna que uno tiene en la cabeza.

Aún así, firme en la decisión de amamantarla el mayor tiempo posible, buscamos alternativas y el papá se recorrió varias tiendas buscando pezoneras de silicona para poner una barrera entre la “barracuda” y mi lastimada piel. Sabía que eso podía generar rechazo a mi pecho cuando decidiera quitar las pezoneras, pero oye, mejor tener que usarlas siempre pero que la niña tomara mi leche a tener que abandonar por el dolor, no? Pues bien, tras 4 o 5 días usándolas y cuidándome el pecho con cremitas cicatrizantes, llegó el momento de volver al modo natural ....... y todo sobre ruedas.




Ahora todo va bien, la niña y yo hemos aprendido sobre la marcha y nos estamos entendiendo a la perfección. Ya no duele nada y estoy disfrutando al máximo de la lactancia, que una vez superados los problemas iniciales realmente es una experiencia fantástica de vínculo y cercanía con mi bebé. Y lo mejor de todo, es que ya me lo agradece sonriendo :-)

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